
El
historiador, tras una serie de investigaciones, que no han necesitado ser muy
exhaustivas para mostrar hechos reales tal y como sucedieron, ha redactado una
serie de acontecimientos que la historia nacionalista-separatista catalana ha
ido desfigurando a lo largo del tiempo, principalmente desde finales del siglo
XIX, momento en el que se configura el catalanismo, paso previo del actual
nacionalismo, y que seguramente dará paso a una fuerza separatista radical.
Estos
acontecimientos que el nacionalismo catalán abandera como fuerza nacional
catalana contra las tropas españolas y que tienen en el 11 de septiembre de 1714
su punto de celebración como día nacional catalán son hechos de resistencia
local, es decir, la resistencia de las tropas del archiduque Carlos y
pretendiente al trono real español (no olvidemos esto último) es básicamente en
Barcelona y no en toda Cataluña como quieren hacernos ver los que se hacen
llamar “derrotados” de hoy, o mejor dicho los políticos de hoy que quieren el
poder aunque sea a costa de historias manipuladas a su antojo. Además, la
resistencia al ataque borbónico que se lleva a cabo en la ciudad condal tiene
una duración de trece meses, con lo cual la fecha del once se septiembre no es
más que la fecha de la última derrota, pero ¿por qué no nos recuerdan la fecha
del inicio del sitio? O mejor aún, ¿por qué no celebramos durante trece meses
el día nacional de Cataluña?
Una de las
mayores mentiras que se han contado y se siguen contando, sobre todo por los
historiadores y profesores universitarios, es que la guerra fue entre catalanes
y españoles. Como si hubiese sido una guerra entre dos naciones o dos estados
(aunque Cataluña era parte de la Corona de Aragón, con algo de autonomía, pero era un
condado de otra corona, no de la Corona Catalano-Aragonesa, como nos explican
en Cataluña). Esto es
totalmente falso, ya que la lucha fue entre partidarios del pretendiente
borbónico Felipe de Anjou y partidarios del pretendiente Carlos de Austria,
cuyo sistema de gobierno era el que quería la oligarquía comercial de
Barcelona.
“Hasta el
último momento de la lucha los objetivos habían sido los que se hacían constar
en el documento dirigido al pueblo: salvar la libertad del Principado y de toda
España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de españoles
bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su
honor, por la patria y por la libertad de toda España” (F. Soldevila, Moments
crucials de la Història de Catalunya).
Recordemos,
nuevamente, que era una guerra civil española, del siglo XVIII, y una guerra
civil no es una guerra entre territorios si no que es una guerra entre dos
bandos de un mismo territorio. Algo parecido sucede con la guerra civil de 1936
– 1939, los nacionalistas catalanes dicen algo así como que Cataluña perdió la
guerra civil y la ganó Franco. Pues vaya falacia. La guerra civil (la del siglo
XX sobre todo) la ganan unos y la perdemos todos. Y en el bando borbónico, el
que sitiaba Barcelona, encontramos a muchos catalanes y muchos de la Corona de
Aragón.
Pero esto no
es todo, no sólo el ejército borbónico tenía contingentes de catalanes, si no
que la mitad, aproximadamente, del ejército sitiado estaba compuesto por
alemanes. Que siete días antes del 11 de septiembre, el día 4, Rafael Casanova
rechazara una rendición digna con Berwick, que estaba al mando de las tropas
borbónicas, tampoco se cuenta en las universidades y libros
pro-independentistas catalanes. Que las pérdidas de las tropas sitiadas fue de
6.000 combatientes, aproximadamente, sí se cuenta, pero que en el otro bando
murieron alrededor de 2.000 soldados no se cita en ningún sitio. Que entre
Casanova y Villarroel no existía buena sintonía lo demuestra la dimisión de
este último tras rechazar la propuesta de paz del 4 de septiembre, y no como
quieren vendernos ahora los nacionalistas catalanes de que tanto uno como otro
son héroes de la patria por la defensa de unos valores, unos sentimientos y una
tierra, que realizaron juntamente.

Casanova, que no quería resistir frente al
ejército de Felipe V sino negociar la entrada de las tropas en la ciudad, no
mostró el menor ardor patriótico y falsificó el certificado de su propia
defunción para huir de la ciudad disfrazado de fraile. No perdió ninguno de sus
bienes y a los pocos años fue perdonado públicamente por el rey Felipe V.¡Qué
héroe y cuánto perdió Cataluña! ¡Menuda represión!

Si 1714 fue
una derrota de la “nación” catalana frente a España, ¿por qué ningún
contemporáneo lo proclama? ¿Tal vez el miedo, la represión? Pero tampoco lo
proclaman los hijos de los derrotados. Ni sus nietos. Durante 150 años nadie se
queja del episodio del 11 de septiembre. De hecho no existe la menor protesta
hasta que llegan los inventores del nacionalismo, a finales del siglo XIX. La
fiesta del 11 de septiembre no se establece hasta 1901, es decir, cuando cuatro
extraviados que defienden los intereses económicos de las clases dirigentes
catalanas se han inventado ya lo de que Cataluña es una nación. ¿Dos siglos sin
sentirse agraviados como nación? ¿No será que no hubo agresión nacional?
Con el
desmantelamiento de los últimos residuos feudalizantes de la arcaica sociedad
española de la época gracias a leyes importadas de Europa como los decretos de
Nueva Planta, la economía catalana quedó lista para iniciar su despegue y pudo
convertir el Principado en la región más próspera de España. Las medidas
políticas del rey Borbón sentaron las bases del desarrollo económico catalán de
los siglos XVIII y XIX. Sin el fin de los arcaicos privilegios de la monarquía
austriaca tanto en Cataluña, como en el País Vasco, como en el resto del país,
España hubiera permanecido anclada quién sabe cuánto tiempo más en el pasado.
Así que hoy,
los catalanes que no hemos perdido la dignidad, también conmemoramos el 11 de
septiembre. Celebramos que todo lo que nos contaron era mentira. Y sobre todo
nos alegramos de que aquel episodio se hiciera, tal como reconocen
historiadores nacionalistas, en nombre de la libertad de todos los españoles.
El pueblo
catalán, es bilingüe, ya que al pertenecer a la Corona de Aragón usaban
castellano y catalán para poder negociar. Negar una parte de nuestra cultura es
imperdonable. Incluso en el Delta del Ebro tienen el fandango como música
tradicional, como la jota. Los toros siempre estuvieron presente, no impuestos,
y así multitud de mentiras, o verdades a medias.
Espero que
con esta clase de historia quede claro que el 11-S “moderno” es un señuelo
inventado a modo de tótem necesario para enarbolar el ansia de pitanza de unos
pocos (cualquier político de los de ahora sirve), otro tanto es la lengua, la
raza o el yo llegué antes a la finca. Pero es un cuento que ya no rige, no
opera, no funciona, está quemado. Sólo se lo creen quienes están agarrados a su
teta o los ingenuos bienaventurados a los que se les lava fácilmente el
cerebro.
P.D.: Que me
perdonen mis amigos nacionalistas catalanes, pero ya sabéis que no comparto
muchas veces las mismas ideas, sino seríamos clones y no podríamos dialogar, y
he decidido contar la historia como fue (gracias a un historiador extranjero,
sin ideologías preconcebidas), y no como nos la cuentan. Ya sé que esto no va a
cambiar nada. Pero así me he desfogado un poco.
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