martes, 9 de octubre de 2012

Derechos históricos:

Señor director:


Al hojear el último Boletín Discoplay, en la página 67, aparece, entre las banderas de Europa, la “senyera catalana” a la que se atribuye un origen relacionado con la leyenda del conde de Barcelona Wifredo el Velloso y el emperador francés Carlos el Calvo. Nada más lejos de la realidad, relato descartado desde hace años, que en la actualidad lleva a interpretaciones sectarias interesadas para el que desconce la historia o no le conviene admitirla.

En el año 1555 un cronista valenciano, Per Antón Beuter, cuenta el relato de Wifredo el Velloso, conde de Barcelona, que pide armas y blasón al emperador francés Ludivico Pío. Por su heroísmo, éste le marca cuatro dedos con su propia sangre.

Es sabido que esta leyenda es copia de otra parecida de 1492 del autor castellano Fernando Mexía que narra la misma historia entre el rey Fernando III y su caballero, pero con la diferencia de que le marca con sangre tres dedos en vez de cuatro.
En el siglo XVII, el autor Diego, se da cuenta de que Beuter había cometido un grave error en su relato. Ludovico Pío había muerto antes de que Wifredo fuese conde, por lo que sustituye a Ludoovico Pío por Carlos el Calvo, contemporáneo de Wifredo.

La historiografía catalana ya en el siglo pasado desmontó la invención literaria, a raíz de los trabajos de Sants y Barutell (1832), de los Bofarull entre 1836 y 1910, de Pi y Arimón (1854) y otros que no fueron precisamente profetas en su tierra.
Las barras rojas o palos de gules sobre fondo de oro siempre han ido unidas al primer y principal título de los soberanos de la Corona de Aragón (el de rey de Aragón).  Aragón es el nombre de la familia propietaria del emblema, el apellido.  Todos los reyes llaman a las barras “Nuestra señal Real”.


En 1137, Ramiro II, rey de Aragón, desposa en Barbastro a su hija doña Petronila con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, que se convierte de esta forma en príncipe de Aragón, es decir, miembro de la Casa de Aragón.   Pero nunca fuerey, título que mantuvo su suegro hasta su muerte y que luego toma doña Petronila hasta la mayoría de edad  (12 años) de su hijo, el futuro Alfonso II.

El rey Alfonso II, nacido en Huesca en 1157, fue el primer rey de la Corona de Aragón, título que heredó de su madre la reina doña Petronila. No lo hereda de su padre que era “sólo” conde de Barcelona. No se puede legar algo que no se posee.  Por lo tanto, Alfonso II usó como emblema, escudo, blasón y estandarte la señal real, las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo, que utilizó además para deshacer su vasallaje ante el emperador galo, acreditando así su condición real.  No toma, sin embargo, como principales, las armas del condado de Barcelona que son una cruz roja sobre fondo blanco.

Las cuatro barras o palos pueden tener, según los estudios más recientes, origen pontificio.


Sancho Ramírez (1063-1094), segundo rey de Aragón, se hizo vasallo del Papa Gregorio VII y utilizó como propios los sellos y lemniscos (cintas) de los documentos vaticanos que están compuestos de hijos rojos y amarillos, para distinguirse entre los demás reyes peninsulares y europeos.

Todos los territorios que formaron la Corona de Aragón (que nunca se llamó Corona de Barcelona ni tampoco Corona de Cataluña) tienen pleno derecho histórico al uso de las barras, distintivo inicial de sus comunes soberanos.    
Recomiendo la lectura del libro “Blasón de Aragón” (DGA, Zaragoza 1995) escrito por los profesores Guillermo Fatás y Guillermo Redondo.

José Carlos Garcés Barón.








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