

En
el siglo XVII, el autor Diego, se da cuenta de que Beuter había cometido un
grave error en su relato. Ludovico Pío había muerto antes de que Wifredo fuese
conde, por lo que sustituye a Ludoovico Pío por Carlos el Calvo, contemporáneo
de Wifredo.
La
historiografía catalana ya en el siglo pasado desmontó la invención literaria,
a raíz de los trabajos de Sants y Barutell (1832), de los Bofarull entre 1836 y
1910, de Pi y Arimón (1854) y otros que no fueron precisamente profetas en su
tierra.
Las
barras rojas o palos de gules sobre fondo de oro siempre han ido unidas al
primer y principal título de los soberanos de la Corona de Aragón (el de rey de
Aragón). Aragón es el nombre de la
familia propietaria del emblema, el apellido.
Todos los reyes llaman a las barras “Nuestra señal Real”.

El
rey Alfonso II, nacido en Huesca en 1157, fue el primer rey de la Corona de
Aragón, título que heredó de su madre la reina doña Petronila. No lo hereda de
su padre que era “sólo” conde de Barcelona. No se puede legar algo que no se
posee. Por lo tanto, Alfonso II usó como
emblema, escudo, blasón y estandarte la señal real, las cuatro barras rojas
sobre fondo amarillo, que utilizó además para deshacer su vasallaje ante el
emperador galo, acreditando así su condición real. No toma, sin embargo, como principales, las
armas del condado de Barcelona que son una cruz roja sobre fondo blanco.
Las
cuatro barras o palos pueden tener, según los estudios más recientes, origen
pontificio.

Todos
los territorios que formaron la Corona de Aragón (que nunca se llamó Corona de
Barcelona ni tampoco Corona de Cataluña) tienen
pleno derecho histórico al uso de las barras, distintivo inicial de sus comunes
soberanos.
Recomiendo
la lectura del libro “Blasón de Aragón” (DGA, Zaragoza 1995) escrito por los
profesores Guillermo Fatás y Guillermo Redondo.José Carlos Garcés Barón.
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